Folleto: El arte de Soto en Cameros y sus pedanías.
Al acceder al núcleo urbano por la carretera procedente de Logroño, a nuestra derecha encontraremos el antiguo hospital de San José, actual albergue.
Se trata de una sólida construcción del S. XVIII, de planta rectangular y dos pisos levantada con muros de sillería y mampuesto en piedra caliza del lugar. Presidiendo la fachada, dentro de una hornacina, una bella escultura en alabastro del santo titular, y en sendos frisos corridos podemos leer un texto en honor de sus fundadores:
“ESTA OBRA Y SU FUNDACIÓN SE HIZO A EXPENSAS DEL ILMO. Y RMO. SR. D. FR. MANUEL XIMÉNEZ PÉREZ DEL CONSEJO DE SU MD. Y OBISPO DE S. JUÁN DE PUERTO RICO Y DE SU HERMANO D. JUAN ANTONIO XIMÉNEZ PÉREZ VECINOS DE CÁDIZ, HIXOS Y NATURALES DE ESTA VILLA DE SOTO. AÑO 1775. DOMUS PAUPERUM. SCALA COELI”.
Antiguamente funcionó como escuela de hilado, para la formación del personal de una pujante industria de tejidos de lana que, en Soto, llegó a contar con más de 70 unidades productivas.
Para acceder al núcleo urbano atravesaremos un magnífico puente en desnivel edificado en el siglo XVI, estructurado, al modo más clásico, sobre dos bóvedas de medio punto, con un pronunciado tajamar que, su la vez, hace las veces de apartadero. Su tamaño y esmerada fábrica nos hablan de la importancia del acceso a la villa en aquellos momentos. Quedan otros puentes menores, como el de la iglesia y el de la Fuente de los Caños (o Del Moro) que articulan los accesos dentro del pueblo.
Ya en la plaza, nos encontramos con el edificio de las escuelas, actual sede del Ayuntamiento. Se trata de un buen ejemplo de arquitectura civil de principios del siglo XIX, realizado en piedra caliza de la zona y ladrillo árabe, consta de una primera planta porticada en sillería, que a la vez completa la visión urbanística de la plaza ofreciendo un cómodo y práctico espacio cubierto, mientras que en el interior unas amplias estancias supusieron una impresionante aportación a la vida cultural de la sierra.
En un primer plano el monumento a D. J. E. de Elías y en el centro las escuelas.
Fue un soteño vecino de Jarapa (México) D. Juan Esteban de Elías, quien dejó un importante capital para su construcción, para el mantenimiento y jubilación de tres maestros así como para material escolar y becas de estudios universitarios destinados a los alumnos menos pudientes. En 1975 dejaron de funcionar.
Este benefactor cuenta con una escultura en bronce, de finales del XIX, que fue colocada en 1920 sobre un esbelto pedestal, en la que se le representa ataviado a la manera de los ilustrados. Es un impecable trabajo del escultor soteño D. Francisco Elías Vallejo al que la reina Isabel II nombró escultor de cámara.
Si desde aquí nos asomamos al río podemos ver unos arcos medievales de gruesas dovelas que formaban parte del llamado molino de “ Arriuco”.
La plaza se completa con un muro con banco corrido, con un frontón; una hermosa fuente y el edificio del Casino, sede de la Sociedad de Fomento, en el que antaño se representaban obras de teatro, conciertos y otros interesantes eventos para la intensa vida cultural que existía en la villa.
Detrás de las escuelas, el palacio del marqués de Vallejo, con sus interesantes escudos, es un buen ejemplo de la arquitectura nobiliaria de la sierra en los siglos XVI y XVII.
Junto a esta construcción y en la placita (antiguamente denominada como plaza de San Roque) podemos observar una bella y bien restaurada fachada al estilo de la arquitectura colonial del siglo XVIII.
Atravesando las calles del núcleo urbano veremos en pié numerosos ejemplos de arquitectura popular, en piedra, ladrillo, madera y adobe, que conservan sus originales estructuras adaptadas a la estrechez y, a las pendientes con elevaciones de hasta 7 y 8 alturas que compensaron la carencia de espacio para un lugar antiguamente muy poblado (se acercó a los 3000 habitantes en el siglo XIX). Además se conservan solanas, hornos de pan, pajares, corrales y tramos de pavimento adoquinado, como verdaderas reliquias del urbanismo tradicional camerano.
Desde la calle Marqués de Vallejo podemos acceder a la iglesia, tanto por las escaleras que este mismo marqués hiciese construir en 1832, como por el final de la calle, rodeando el templo. Este templo, dedicado a San Esteban Protomártir, con su airoso campanario rematado por una cúpula orientalizante, preside el centro del pueblo y constituye un amplio edificio construido en piedra con fábrica de mampuesto y remate de sillería en las esquinas, zócalos, vanos y pórticos. Se asienta sobre una enorme base artificialmente levantada contra el desnivel del terreno, que se prolonga desde el presbiterio a base de un voladizo sobre el que se edificó la sacristía.
Es un templo de planta basilical, de una sola nave, apoyada sobre ocho capillas (quedan seis), y cubierta abovedada con una cúpula de casetones frente a la cabecera, restaurada tras el desprendimiento de finales de los 80.
En el suelo se ha respetado sus antiguas estructuras funerarias.
En su interior destaca el retablo mayor, que vino a sustituir al anterior del siglo XVII,
Es uno de los últimos retablos mayores de La Rioja. Se asienta sobre un banco en el que están representados los evangelistas y, consta de tres calles en las que se distribuyen las imágenes a diferentes escalas. Así junto a San Esteban, encontramos a San Pedro, a San Pablo, a Santiago y San Juan Evangelista. Sobre este grupo, destaca un especial relieve de la Asunción de la Virgen, que nos recuerda a la imaginería centroamericana, en la que María aparece enmarcada en rayos de luz radiales; Sobre ella, el Santísimo bendiciéndolo todo. El Sagrario está custodiado por dos ángeles.
A ambos lados del podemos admirar dos grupos de medallones, realizados en estuco policromado que representan a la Anunciación, la visita a Santa Isabel, la Adoración de los pastores, y los reyes magos. En las capillas laterales, encontramos los retablos menores, destacando un bello ejemplo de retablo barroco de escuela catalana dedicado a la Virgen de la Merced. Puede admirarse igualmente, una interesante muestra de imagineria procedente de las ermitas desaparecidas o en estado ruinoso. En la parte trasera, se asienta el coro, con su sillería, órgano y fascistol.
Nuestra siguiente visita nos llevará a un lugar muy especial para todos los soteños. Ascendiendo a la cima del cerro donde se asienta el pueblo, llegamos a la ermita de Nuestra Señora del Cortijo. Lugar de numerosas creencias y tradiciones donde se ubica el origen del pueblo, y donde las fuentes escritas y las paredes hablan de un poderoso recinto fortificado donde estaría a su vez el santuario.
La actual fisonomía de la ermita responde a la de las construcciones barrocas al estilo de la tierra, si bien su construcción y necesarias ampliaciones nos muestran diferentes fases constructivas desde la Edad Media hasta el siglo XIX.
Una serie de paramentos exteriores, algunos con saeteras defensivas, la base de la espadaña, los escritos del siglo XIV, así como la imagen titular de estilo protogótico atestiguan un pasado muy remoto en el que un templo de menores dimensiones coronaría el promontorio, La actual ermita se levanta sobre un alto aterrazado. Su acceso principal se sitúa al oeste y bajo el pórtico que hacia el sur y el oeste abre dos arcos de medio punto con la rosca rehundida, con una puerta adintelada, flanqueada por dos vanos cuadrangulares y enrejados.
El edificio es de mampuesto levantado en diferentes fases de ejecución, e iría enlucido. La presencia de sillares se circunscribe a los pórticos, a los vanos y a las esquinas.
Tiene planta de cruz latina de nave única cerrada por una cúpula gallonada que se apoya sobre pechinas decoradas. El templo es abovedado y se sobreponen bóvedas de cañón rehundidas y arcos de diafragma.
Las paredes conservan la última capa de pintura al fresco de estilo rococó.
Una enorme reja divide el área litúrgica del resto de la iglesia.
En el presbiterio se encuentra el retablo dorado, con San Indalecio y Santa Gertrudis. Y en el centro la imagen de la Virgen. Si está abierto el camarín y la imagen esta “vestida” con uno de sus ricos mantos, podemos observar del nivel de donaciones que la devoción a esta imagen suscitaba. Si la talla se encuentra exenta de atuendos, admiraremos una talla de finales del siglo XIII en la que la Virgen entronizada como Reina de los Cielos nos muestra a Jesús en su regazo. La restauración del rostro de María y la modernidad de su mano derecha no le restan nada al encanto de las tallas románicas, reflejado sobre todo en el niño.
En el pueblo quedan en estado ruinoso otras ermitas menores, como San Martín, San Antón o San Babilés, y por desgracia para todos, otras han sucumbido recientemente al olvido o a la demolición. Casos como San Blas, o la ermita del Campo.
Junto a las ruinas de esta última ermita se encuentra la nevera, muy bien conservada y recientemente restaurada.
Se trata un curioso ejemplar de cuerpo cilíndrico excavado en el suelo y construido con caliza del entorno. La parte superior viene rematada por una cúpula de aproximación de hiladas y cuenta con dos estribos exteriores que refuerzan la estructura desde el exterior. En la parte superior esta el portillo de carga y en la inferior el sumidero, ambos clausurados en la actualidad.
Se edificó para almacenar la nieve y garantizar su conservación. Para ello la nieve o el hielo se ponían bien apelmazados y cubiertos de paja u hojas entre tongada y tongada.
El consumo de hielo se intensificó en los siglos XVI y también XVII como elemento terapéutico contra la fiebre, la hinchazón y las fracturas y como base para elaborar refrescos.
MIKEL BEORLEGI EREÑA