Sigue viva esta tradición, que es común a muchos pueblos de la Sierra y a algunos de Soria. Su nombre viene de la rama de chopo que se coloca en la puerta de cada casa al amanecer del día grande de las fiestas de agosto y de las de septiembre. Durante los últimos treinta años ha evolucionado a la par que la sociedad.
Antiguamente, la operación del enrame comenzaba justo después que acababa la música en la plaza y la hoguera se había apagado. Era en las fiestas de septiembre. Los mozos cortaban ramas de los chopos que había cerca, en el río o en la Isla y, en grupos, se repartían por todo el pueblo para enramar. En aquella época, el enrame iba dirigido a las casas donde hubiese una moza (del pueblo o forastera que había venido a las fiestas). La idea era colocar la rama en la ventana o balcón de la habitación donde dormían. Como eso en las casas de Soto muchas veces no se podía hacer, se colocaba lo más alta posible. Y se suponía que las chicas más solicitadas o las que tenían novio eran las que se llevaban las ramas mejores.
A la mañana siguiente los mozos se juntaban en la Plaza y formaban un cortejo con la banda de música tocando dianas y pasacalles e iban por las casas enramadas pidiendo un donativo que las chicas debían dar. Entonces surgían las discusiones -consabidas por rituales- sobre el tamaño de la rama, o sobre quién la había puesto, o sobre el sitio de la fachada donde estaba... Todo ello era también la tradición.
La evolución de los tiempos ha hecho que ahora se enramen todas las casas del pueblo sin tener en cuenta si hay o no “mozas“, el enrame se hace al amanecer tras pasar toda la noche de fiesta, en él participan tanto chicos como chicas y tiene lugar en ambas fiestas patronales.
En el programa de fiestas casi siempre figura a media mañana de ese día un almuerzo exclusivo “para los que han participado en el enrame”, que son los que se lo han ganado.